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Hoy en día son pocas las novias que compran un pañuelo “exclusivo” de novia, para el día de su boda. Vamos, con todas las cosas que tienen que llevar, como para estar pendiente del pañuelo.

Lo más normal es las mujeres de la familia vayan provistas de paquetes “clinex” para situaciones de emergencia, que además de ser desechables son más higiénicos.

Pero como la mayoría de los “complementos” que las novias llevaban, y muchos siguen llevándose, tienen una historia.

La tradición de que la novia llevara un pañuelo el día de su boda tiene sus orígenes en la antigua Europa, donde los granjeros pensaban que esta “debía” llorar ( de ahí la necesidad de llevar un pañuelo) porque pensaban que las lágrimas en una boda representaría buena suerte para todas ya que haría que lloviera en abundancia sobre los campos.

Otra de las creencias que posiblemente más ha llegado a nuestros día es la que se ha traducido en el dicho de “si la novia llora en el día de su boda, esta no volverá a hacerlo durante toda su vida”.

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